abr
23
2010
Hassan - I Sabbah y la secta de los asesinos
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A finales del siglo XI el mítico Hassan-i Sabbah, el Viejo de la
Montaña, creaba la secta de los Nizaríes, conocidos como hashshashiyyín
por sus enemigos. La secta de los asesinos sería cuna de mitos y
leyendas siglo tras siglo, un ejemplo imborrable de los límites de la
sugestión humana.
Antes de comenzar la historia es necesario posar un pié en las aguas
de la religión islámica, y comprender la diferencia entre sus dos
corrientes principales: el sunismo y el chiísmo. La razón del cisma
religioso es un conflicto en la sucesión de Mahoma. Unos abogaban por
Alí, primo y yerno del profeta, y otros por Abu Bakr, un notable local.
Tras un largo periodo de conflicto y guerra civil el bando de Alí
(representado por su sucesor Husain) fue derrotado, y desde ese momento
el poder supremo de la religión islámica estuvo en manos ajenas a la
familia del profeta. Los defensores de Alí y Husein se convirtieron en
chiítas (añadiendo a su religión la promesa de un futuro líder que
devolvería el poder a los descendientes de Mahoma), y sus enemigos
suníes. Desde ese momento las dos corrientes estarían enfrentadas,
desarrollando una tradición y una jerarquía propias.
La historia de los Nizaríes comienza en el siglo XI en Persia, la
actual Irán, con la infancia de un joven chií llamado Hassan-i Sabbah.
Hassan mostró una gran religiosidad desde el primer momento. Tras el
contacto con varios misioneros y una grave enfermedad que le postró a
las puertas de la muerte, Hassan decidió formar parte de la secta
ismaelí, una corriente minoritaria del chiísmo que luchaba por
restaurar el poder religioso en la figura de los descendientes de Alí,
empleando la fuerza si era necesario.
Durante muchos años Hassan viajó por el mundo islámico, trabajando como
misionero para la causa ismaelí. Según varias leyendas conoció a las
dos figuras más destacables de su tiempo: el científico y poeta Omar
Jayyam y el político Nizam al-Mulk. Viajó a Azerbaiyán, Damasco y
Egipto. Recorrió Persia durante muchos años y se asentó en la zona
conocida como Tabaristán, en los montes Elburz. Hassan puso los ojos en
la recóndita fortaleza de Alamut (“El nido del águila”), una
construcción fuertemente defendida y de difícil acceso. Rodeada por
cordilleras y montañas, tan sólo un pequeño camino permitía la entrada
a la fortaleza. Con la ayuda de los suyos, Hassan consiguió convertir a
gran parte de los soldados de la guarnición, tomando la fortaleza en
pocos meses. Desde ese momento Alamut sería el centro del poder Nizarí.

El poder del Viejo de la Montaña comenzó a expandirse: nadie estaba a
salvo, nadie escapaba a la larga mano de los nizaríes. Comenzaron a
conquistar territorios y obtener nuevas fortalezas. La red de terror de
Hassan comenzaba a desplegarse. Dos leyendas son buenos ejemplos de la
severidad y rigidez del carácter del Viejo de la Montaña: su hijo
mayor, Ustad Husain, fue ejecutado bajo una acusación de asesinato.
Luego se demostraría que era falsa. El hijo menor, Muhammad, fue
ejecutado por beber vino.
No todos los habitantes de Alamut eran soldados y asesinos: una casta
erudita se encargaba de las tareas religiosas y de mantener la
legendaria biblioteca de Alamut, donde se guardaban los escritos
fundacionales y religiosos de la orden y tomos de incontable valor,
entre los que se encontraban las “Ruba´iyyat” del poeta Omar Jayyam.
Todos los datos que se conservan de los Nizaríes proceden de sus
enemigos. Se decía que Hassan adoctrinaba a sus soldados con el consumo
de hachís, ofreciéndoles bellos jardines y mujeres hermosas para
arrebatárselas luego. “Si quieres volver al paraíso, cumple tu misión”.
Es difícil averiguar la verdad sobre los métodos de Hassan, sino
imposible. ¿Era la razón de la entrega de los asesinos el fruto de un
adoctrinamiento con drogas y placeres o la prueba tangible de un
increíble fanatismo religioso? Los historiadores que defienden la
primera teoría relacionan el nombre de hashshashiyyín con la palabra
persa hashis, actual hachís, y lo unen con la palabra (presente en
muchos idiomas europeos y orientales) asesino. Marco Polo, en su “Libro
de las maravillas”, afirma haber visitado Alamut y conocido a Hassan
(bastante difícil, teniendo en cuenta que en el siglo XIII Hassan
llevaba muchos años muerto y Alamut estaba en ruinas). Afirma que el
Viejo de la Montaña poesía unos inmensos jardines rebosantes de
delicias y mujeres hermosas. El hachís hacía el resto. "Si quieres
volver al paraíso, cumple tu cometido".
La secta de los asesinos sobrevivió más de siglo y medio tras la muerte
de su fundador. Al Viejo de la Montaña le sucedieron siete gobernantes,
hasta la destrucción de Alamut en 1256 a manos mongolas. El ejército
mongol quemó la fortaleza hasta sus cimientos: la biblioteca nizarí fue
completamente destruida. Nada se sabe del destino de la secta. Sus
miembros se dispersarían por todo Oriente, sobreviviendo en pequeños
grupos hasta desaparecer con el paso del tiempo. Todo lo que queda en
Alamut son ruinas sobre las inalcanzables montañas, testimonio de los
límites de la voluntad humana y el poder de la persuasión y del terror.
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